Esa libertad acompañada de aire fresco

Mira, no me voy a andar con rodeos, yo quiero vivir, no se tú. Vivir como si la vida se fuera ha acabar en dos días, pero que me pille viaj...

Mira, no me voy a andar con rodeos, yo quiero vivir, no se tú. Vivir como si la vida se fuera ha acabar en dos días, pero que me pille viajando.

No es por ser melodramática, es sólo que viajar es como una droga, que la pruebas una vez, y luego no quieres dejar de probarla. Me sincero, como en un grupo de terapia, me muero de ganas por tomar mi narcótico. Para mi, es como cambiar de escenario, de personajes y hasta de obra. No os quedéis encerrados, hay demasiadas cosas bonitas que os estáis perdiendo. 

Es además, mi hobby favorito, la esencia de mi aprendizaje, mi manera favorita de evadirme, cambiar de aires. El mejor momento para hacer cosas que jamás te has planteado, conocer gente que nunca te has topado, vivir momentos que nunca se han presentado. 

Toda supervivencia empieza con un ¿perdona, es este el tren? y luego empezáis a contar las anécdotas surrealistas que os han pasado, hasta acabar compartiendo vuestras diferentes visiones de la vida. Pero todo acaba cuando uno de los dos llega a su destino, y os miráis agradecidos por conocer lo que antes era un completo desconocido en un compañero de viaje. 

Me he encontrado a grandes personas viajando, será por que compartimos una cosa en común, esas ganas de vivir. No conocemos la fobia a perdernos, y tampoco de pegarnos la ostia de nuestra vida. Porque para eso nos movemos, para poseer lo que te gratifica todos los días, las experiencias, que luego se convierten en momentos que recordar para luego poder contar. 

No hay nada mejor como sentir esa libertad acompañada de aire fresco, de no preocuparte por donde andas, solo en centrarte en caminar y explorar aquellas ciudades que parecen auténticos laberintos, pueblos que parecen auténticos cuentos de hadas y paisajes que parecen ficticios. Y observar, pasarte el día observando y captar la esencia del sitio. Darte cuenta que no necesitabas nada más, que solo querías reencontrarte en otro mundo. Te paras a descansar a tomar la especialidad de la casa. Empiezas a planear la siguiente ruta mientras te haces amigo del camarero/a del sitio el cual te recomienda los lugares que no te puedes perder. Te despides y sigues. Sales con las pilas cargadas, preparado para comerte el mundo, y que mejor dicho, al fin y al cabo pretendo recorrérmelo todo, pero no en 80 días, a mi que me dure toda la vida. 


By: Arty Sirota

You Might Also Like

0 comentarios